Es la primera vez que se somete a una votación sobre su propio liderazgo. Hasta ahora, no había datos medibles sobre el apoyo a la figura directa de la vicepresidenta ni, por tanto, un baremo sobre el que analizar si cuenta o no con el apoyo de la sociedad, más allá del electoral.

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha sido elegida como líder de Sumar con una votación en la que participó tan solo 8.179 personas de un total de 70.000 inscritos de los que la organización presume tener, esto es el 11,6 por ciento del total. El partido, sin embargo, no cuenta en esta asamblea con el número total de militancia, sino que hace unas cuentas diferentes al entender que no pueden ser contabilizados en la asamblea el número de inscritos total, al haber abierto el partido un proceso de votación en su página web en el que había que registrarse previamente y antes de un plazo para poder votar tanto las candidaturas como los documentos políticos, organizativos y éticos. De las 14. 196 personas que se inscribieron para participar en la asamblea, solo confirmaron su voto activo 8.179.

En la I Asamblea de Sumar, Díaz obtuvo un total de 6.671 votos de 14.196. Esto es, ha sido apoyada por el 81,5% de los votos, cifra con la que se convierte en líder de facto del partido del que ya ejercía su control total. De este porcentaje, 379 (4,63%) han apostado por la candidatura alternativa liderada por Baleares, 447 han preferido abstenerse en la votación y otros 682 han sido votos en blanco. La dirección de Sumar contará, tras los resultados, con 76 miembros de Sumar Avanza y 4 de Sumar Baleares. Así, casi un 20% de la militancia que ha participado ha mostrado su rechazo a la vicepresidenta y ha optado por votar otras opciones.

A Yolanda Díaz acompañará en el grupo de coordinación que ayer fue ratificado, por este orden, el portavoz de Sumar, Ernest Urtasun, Paula Moreno, el portavoz de Sumar en el Congreso, Íñigo Errejón, Esther Gil de Reblodeño, miembro de la mesa del Congreso de los Diputados, el exdirector de gabinete de Yolanda Díaz, Josep Vendrell; la portavoz de feminismos de Sumar, Elisabeth Duval; el diputado Lander Martínez ; la exportavoz en el Congreso y candidata de Sumar en Galicia, Marta Lois; el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey; la eurodiputada y coordinadora del programa electoral de Sumar, María Eugenia Rodríguez Palop, como parte del núcleo duro de Sumar.

Los datos del arrastre de Díaz no tienen precedentes. No se presentó en primarias para ser elegida candidata de Sumar a las elecciones generales, hace justo un año. Motivo principal de discrepancias con Podemos, quien exigió someter a primarias los nombres de los candidatos de cada partido en una clara demostración de fuerza. Estos datos se quedan lejos de los 36.000 apoyos que logró Irene Montero para ser elegida candidata a las elecciones europeas, o de los 53.000 inscritos que avalaron a Podemos para llegar a un acuerdo con Sumar para las elecciones generales del 23J, por ejemplo.

Los datos del arrastre de Díaz no tienen precedentes. No se presentó en primarias para ser elegida candidata de Sumar a las elecciones generales, hace justo un año. Motivo principal de discrepancias con Podemos, quien exigió someter a primarias los nombres de los candidatos de cada partido en una clara demostración de fuerza. Estos datos se quedan lejos de los 36.000 apoyos que logró Irene Montero para ser elegida candidata a las elecciones europeas, o de los 53.000 inscritos que avalaron a Podemos para llegar a un acuerdo con Sumar para las elecciones generales del 23J, por ejemplo.

Los militantes de Sumar debían elegir la composición del grupo de coordinación de Sumar, el 70% de su dirección, mientras que el 30%, la cuota que corresponderá a los partidos de Sumar, no se decidirá hasta la próxima asamblea del partido, en otoño. Es, precisamente, esa pata la más importante, y que más ha generado tensiones, después de que los partidos recelaran de ese porcentaje como Izquierda Unida o Más Madrid, reclamaran más peso. Finalmente, Díaz aceptó que las fuerzas políticas tuvieran más peso en las direcciones autonómicas y provinciales, pero no en el máximo órgano de dirección, donde se elimina, eso sí, el poder de veto que se reservaba la ejecutiva nacional.

Compartir
Exit mobile version