Vox no aspira a ser decisivo en el País Vasco. Su líder, Santiago Abascal, admite que las expectativas del partido ultra se limitan a tener una presencia simbólica o testimonial en el Parlamento vasco: mantener el escaño con el que ya cuenta su diputada autonómica Amaia Martínez Grisaleña y, en el mejor de los casos, ampliarlo con alguno más.

Sin embargo, los resultados del domingo sí pueden ser decisivos para Vox. Por primera vez, la formación ultra se enfrenta al riesgo cierto de quedar fuera de una institución en la que ya está presente: la Cámara vasca. El pasado 18 de febrero Vox no consiguió entrar en el Parlamento gallego pero entonces, a diferencia de ahora, ya estaba fuera del legislativo autonómico. Se quedó como estaba, no retrocedió.

Debido a la ley electoral vasca, el escaño por Álava de Amaia Martínez le costó muy barato a Vox: poco más de 4.700 votos; en Bizkaia, donde obtuvo casi 9.000 sufragios, no consiguió ningún escaño. El listón mínimo que se exige para tener representación en la demarcación de que se trate es el 3% de los votos; y en Álava el partido ultra sacó el 3,8%, frente a solo el 1,9% en el conjunto del País Vasco.

Consciente de que un escaño en Álava es más barato en votos —porque los tres territorios tienen los mismos diputados, pese a la gran diferencia de población entre ellos, y porque la participación en esta provincia suele ser menor, solo el 49%, 1,7 puntos menos que la media en 2020—, Vox se ha volcado en ese territorio histórico. De los diez mítines programados con Abascal durante la campaña, más de la mitad, seis, se han celebrado en suelo alavés.

A diferencia de hace cuatro años, Vox sabe que se enfrenta a un PP fuerte que puede arrebatarle unos votos decisivos. Por eso, Abascal ha elevado el tono de sus críticas a los populares y se ha preguntado este jueves en Vitoria si votarlos “es votar a Bildu en diferido”. “Si se mueven como el PNV, si hablan como el PNV, votar al Partido Popular es apoyar al PNV”, ha apostillado. Vox se ha negado a que EL PAÍS entreviste a su candidata, por lo que no se le ha podido preguntar qué haría en el caso de que tuviera la llave para evitar un gobierno de Bildu.

La pérdida de su único escaño en la Cámara vasca sería, además de un golpe político, un golpe moral para Abascal, que nació en Amurrio (Álava) e inició en Euskadi, de la mano del PP, su carrera política, en la que llegó a ser diputado en el Parlamento autónomo. Pero también supondría un fuerte golpe económico: aunque Vox no ha revelado el coste de su campaña para estas elecciones al Parlamento vasco, en 2020, según sus cuentas oficiales, gastó 1.036.890 euros en el conjunto de las campañas electorales de Galicia y Euskadi. Si no obtiene representación, como le pasó en 2020 y de nuevo hace dos meses en Galicia, no recibe ninguna subvención pública. En cambio, el escaño de Amaia Martínez obtenido hace cuatro años le permitió recuperar entonces 257.429 euros, de los que 119.500 correspondieron a envíos electorales.

El partido ultra, que ya ha visto severamente mermados sus ingresos del Congreso al pasar de 52 a 33 diputados en las generales del año pasado, se enfrentaría a un agujero económico de más de un millón de euros, además de perder los en torno a 100.000 euros anuales que cobra del Parlamento vasco, al margen del sueldo de su diputada.

Al igual que los demás partidos, Vox ha dejado en segundo plano el conflicto territorial para centrar la campaña en temas sociales: en su caso, la inmigración irregular y la delincuencia, que ha presentado como dos caras de la misma moneda. Además de acusar a los inmigrantes de llevarse las ayudas sociales en detrimento de los nativos españoles, Abascal ha aireado datos manipulados, como asegurar que las violaciones habían crecido un 200% en un año. Según datos del Ministerio del Interior, la criminalidad (excluidos ciberdelitos) se ha reducido en Euskadi un 1,1% el último año y su tasa por habitante está por debajo de la media española.

Sin embargo, la negativa del candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, a calificar a ETA de terrorista ha dado un giro a la campaña en su último tramo y Vox se ha subido a ese carro, exigiendo que se ilegalice al partido abertzale, que según las encuestas puede ganar las elecciones de este domingo. La formación ultra ha convocado su mitin final este viernes en la plaza de los Fueros de Vitoria bajo el lema: “Ni los batasunos ni sus cómplices nos dan miedo. Nuestros compañeros vascos no están solos, ¡se lo vamos a demostrar!”. Para hacerlo, Vox ha recurrido a una movilización sin precedentes del partido y ha fletado autobuses para llevar gratis a Vitoria simpatizantes desde distintos puntos de España.

Al calentamiento del tramo final de la campaña han contribuido también las denuncias por incidentes en actos de Vox en el País Vasco. Tras varias semanas tranquilas, en las que Abascal llegó a especular con que había consigna de no molestar a su partido para no darle protagonismo, Vox ha presentado denuncias en los juzgados de Getxo (Bizkaia), Azpeitia y Bergara (ambas en Gipuzkoa) por insultos y coacciones a militantes de su partido.

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