Cuando Vinicius terminó el miércoles de martirizar al Bayern, de celebrar con el micrófono en la grada, de atender a los medios, y de festejar en el vestuario, cogió el teléfono y llamó a un restaurante cercano y pidió una mesa para 30. Quería alargar la alegría con su gente: familiares, amigos y personas de su equipo. Era casi medianoche y estaba exultante después de la última remontada y el pase a la final de la Champions. Pero aún quedaba algo. Al llegar al reservado del local, en el que también cenaron en sendas mesas Nacho y Solari, se encontró con una de las últimas personas que esperaba: nadie le había avisado de que su abuela se había subido por primera vez a un avión y había salido por primera vez de Brasil para venir a verle en el Bernabéu.

El encuentro fue emocionante. Vinicius siente un vínculo muy especial con la madre de su padre. Hasta su adolescencia vivió con toda la familia en su casa de la favela Porto do Rosauna, una de las más peligrosas de São Gonçalo, en Río de Janeiro. Y allí estaba, de repente en Madrid, sentada a su lado en una de las noches más especiales de su carrera. El futbolista acababa de ser escogido mejor jugador del partido, igual que en la ida, cuando anotó dos goles en Múnich.

Vinicius tiene muy presente esos orígenes. Después de recibir el premio, cuando aún no sabía que poco después iba a reencontrarse con la mujer que le conecta con aquel tiempo lejano, lo mencionó en una entrevista en el estadio: “Yo he salido de São Gonçalo, un sitio de Brasil que está en el otro lado del mundo. Normalmente la gente no sale de ahí. Yo pude salir, y puedo estar haciendo una gran historia con este equipo, con mis familiares cerca y con esta afición que me ama tanto, y yo hago todo por ellos”.

En el Bernabéu despachó un encuentro de un nivel altísimo en el que fue el principal agitador: nadie remató más que él (5), ni metió más centros (6), ni se escapó regateando más veces (7). Entró 12 veces al área de Neuer con la pelota, más que todo el Bayern en la de Lunin, que pisó 14 veces.

A falta solo de la final, Vinicius, que se ha perdido una cuarta parte de los partidos por lesión, es el máximo asistente de esta Champions, con cinco pases de gol —la UEFA cuenta como asistencia el tiro que se le escapó a Neuer y que Joselu convirtió en el 1-1—. Es también el quinto máximo goleador del torneo, con cinco tantos, solo por detrás de Mbappé, Kane, Griezmann y Haaland, todos ya eliminados. Encadena tres temporadas seguidas con al menos diez contribuciones al gol (tantos y asistencias), y en ese tiempo es el que más contribuciones suma (33), por delante de Mbappé (28), Haaland (23) y Lewandowski (23).

Tanto en su círculo como en algunos despachos del Real Madrid se habla ya de que el próximo Balón de Oro es una posibilidad muy cierta para el brasileño, sobre todo si se lleva la 15ª Copa de Europa el próximo 1 de junio contra el Borussia Dortmund en Wembley. Consideran que sus mayores rivales son Bellingham y Mbappé, aunque creen que el francés ha perdido el paso con su pobre actuación en las eliminatorias contra el Barcelona y el Dortmund.

Después de la semifinal contra los alemanes, el diario deportivo L’Équipe, de la misma empresa que edita la revista France Football, que otorga el galardón, fue especialmente duro con el partido de la estrella francesa: le otorgó un 2 sobre 10. “Su último partido con el PSG en la Champions fue una pesadilla. En la banda izquierda, se mostró técnicamente frágil durante largos tramos. Dominado por Hummels en el uno contra uno, casi nunca superó al rival”, escribió. “Muy poco para un aspirante al Balón de Oro”.

Sin embargo, fuentes del entorno del brasileño creen que el empujón que le daría una victoria en la final de Wembley, después de la importancia que ha tenido en el desarrollo de la temporada, podría perder fuerza por el contraste entre la Copa América, menos considerada, y el potente peso de la Eurocopa, donde Inglaterra y Francia son dos de los candidatos más serios.

En cualquier caso, la noche del miércoles Vinicius seguía feliz con la final recién alcanzada ya sin Benzema, tan importante en su evolución. Y emocionado con su abuela, de la que no se separó hasta que se retiró con algunos amigos del restaurante, donde parte de la familia alargó algo la velada.

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