Contenidos inapropiados, grooming, sexting, suplantación de identidad, ciberacoso… En una sociedad tan hiperconectada como la actual, en la que nuestra vida tiene casi siempre un alter ego digital, resulta casi imposible vivir de espaldas a las numerosas ventajas y beneficios que nos aporta la tecnología, ya sea personal o profesionalmente. Pero, junto a ellas, están también los riesgos, que no son pocos y que afectan tanto a adultos como, muy especialmente, a niños, jóvenes y adolescentes. Menores que, por lo general, carecen de las herramientas de defensa necesarias (como el pensamiento crítico o una madurez digital suficiente) para hacer un uso seguro de internet.

El cómic Los guardianes de la red, una iniciativa del Grupo Edelvives y la Policía Nacional presentada el pasado 12 de abril, pretende aportar un recurso narrativo diferente para enseñar a alumnos (principalmente de 10 a 14 años), docentes y familias a prevenir, reaccionar y protegerse frente a cualquiera de estas amenazas relacionadas con su ciberseguridad. Cuatro historias diferentes, escritas e ilustradas por Santy Gutiérrez, que exploran cuatro riesgos claramente diferenciados: la suplantación de identidad, el ciberacoso escolar, el grooming y el sexting, y que permiten abordar cada uno de ellos en sesiones diferentes o de manera conjunta, ya sea en casa o en la escuela.

“En el ámbito familiar, lo que nos parece relevante es que la familia tome conciencia de que entregar un móvil a un menor con acceso a internet supone exponerlo a una serie de riesgos de los que igual no son conscientes”, explica Rosa Luengo, directora de Creación Editorial del Grupo Edelvives. El objetivo, añade, es doble: dar a conocer alguno de esos riesgos y servir de canal para que padres e hijos o hijas entablen conversaciones sobre los cuidados que deben tener y cómo actuar si se encuentran en una situación de riesgo. “Es cierto que hay desarrollos tecnológicos de controles parentales o limitación del tiempo de uso, pero más allá de lo restrictivo se tiene que educar en el uso responsable y en trasladar a los hijos la necesidad de saber cuidarse y protegerse”, esgrime.

Además, el cómic (disponible tanto de forma online como a través de la plataforma de lectura digital Tatum) contará próximamente con una guía de actividades que se pondrán a disposición de los docentes.

El peligro de no reconocer los riesgos

Para Diana Díaz, directora de las líneas de ayuda de la Fundación ANAR, de Ayuda a los Niños y Adolescentes en Riesgo, “internet es una ventana abierta a todos y cada uno de los peligros posibles”. “Por supuesto que, en un mundo globalizado, obviamente tenemos que usar la tecnología, pero con todas las precauciones posibles, porque ellos [los menores] no tienen ni perspectiva de riesgo ni madurez para interpretar bien toda la información que puede estar en ese mundo tecnológico”, añade.

Los datos acumulados en su labor de ayuda (por teléfono y chat) confirman la relación entre tecnología y situaciones de riesgo. En 2022, señala, la tecnología estuvo implicada en el 33 % de los casos de autolesiones; el 46,7 % de los casos atendidos por ideación suicida; el 51,5 % de los intentos de suicidio; el 43,7 % de los casos de violencia de género adolescente; y el 43,9 % de las agresiones sexuales a menores. Desde ANAR, esgrime Díaz, han comprobado cómo los menores en situaciones de riesgo encuentran en chats y foros de internet “a otros jóvenes de edades aproximadas (o personas que no son profesionales) que pueden estar pasando por una situación parecida y que les hablan de métodos y maneras de recudir su malestar y de incluso terminar con todo, por medio de un desenlace fatal”. Algo que, asegura, aumenta estadísticamente la probabilidad de llegar a pensar en autolesiones o en el suicidio.

¿Cuáles son los principales riesgos de internet?

Aunque las amenazas ya mencionadas figuran, sin duda, entre las más comunes y peligrosas, no son las únicas, ya que los peligros a los que los menores se enfrentan en internet cambian radicalmente según la edad. Cristina Gutiérrez, técnica de menores del Instituto Nacional de Ciberseguridad de España (Incibe), identifica cuatro grandes grupos de riesgo, “unas categorías que son progresivas y que van en función del rol que juegan niños y niñas en internet a medida que van creciendo y accediendo más a las tecnologías”:

Riesgos o situaciones en el acceso a contenidos. El menor empieza con un rol pasivo, consumiendo vídeos o contenidos que encuentra o que se le facilita. “El debate está en el acceso a contenidos inadecuados, violentos o pornográficos a edades cada vez más tempranas, y que claramente pueden ser perjudiciales. Y, sin llegar a estos extremos, podemos incluir aquí contenidos que simplemente le genere confusión, miedo o malestar”, afirma.

Riesgos en cuanto al uso de la tecnología. Aquí entran los peligros relacionados con la seguridad y la privacidad del menor, carente todavía de juicio crítico en cuanto a los riesgos a los que se expone, sobre todo en sus primeros pasos por las redes sociales. “Si no eres competente digitalmente, puedes acabar siendo imprudente y que, por ejemplo, tengas una infección por virus o caigas fácilmente en fraudes, porque cada vez hay más campañas de fraude dirigidas a niños”.

En la adolescencia, el componente relacional y la presión de grupo es lo que más pesa. “Ya somos adolescentes y queremos formar parte del grupo; que los otros nos comenten; que generemos impresiones positivas; y que podamos dar una imagen superperfeccionada. Y aquí entra toda la parte de violencia digital y el contacto con desconocidos”, con peligros como el ciberacoso o el grooming (adultos que se hacen pasar por alguien de su edad para ganarse su confianza y acabar obteniendo contenido de índole sexual, e incluso acabar extorsionándole y chantajeándole).

En este punto es también importante recordar que en el mundo digital no solo se dan cita los tipos de violencia presentes en el mundo físico; sino que aparecen nuevos tipos de violencia: “Antes, el depredador sexual tenía que buscar una víctima que estuviera sola, acercarse a ella… pero ahora solo necesita un dispositivo y conexión a internet, y puede actuar desde su propia casa”, advierte Sonsoles Bartolomé, directora del departamento jurídico de ANAR: “En la vida real, un menor igual toma más precauciones, pero en el mundo virtual los límites se desdibujan bastante, y los adolescentes tienen una escasa percepción del riesgo que supone (…). Porque el agresor conoce los foros, los juegos y los sitios donde se encuentran los menores, y la mayor vulnerabilidad de la víctima”.

El menor como consumidor. “Esta es una categoría que no siempre se recoge, pero que es importantísima: la del menor como consumidor, y las estrategias comerciales de las plataformas o los proveedores de redes sociales, al utilizar los datos que recaban los menores para enviarles publicidad dirigida”, recuerda Gutiérrez.

Si, como padre o madre, sospechas que tu hijo o hija puede estar sufriendo alguno de estos problemas, presta atención ante la presencia de alguna de las señales que recuerda Díaz:

  • Si percibes que se aísla de forma prolongada.
  • Si se desconecta de otras aficiones y amistades que tenía previamente y no comparte información con la familia.
  • Si percibes un cambio significativo de actitud o de estado anímico: pueden estar más melancólicos, irascibles e incluso mostrar actitudes agresivas cuando les dices que tienen que estudiar o dejar el móvil.
  • Si están en contacto con personas adultas (por ejemplo, en casos de grooming), les están haciendo algún daño o chantaje o difundiendo imágenes suyas, puede que el cambio anímico o de actitud se deba a todas esas presiones, y que no sean capaces de comunicárselo a sus familias por miedo a las consecuencias.

Formación y recursos para adultos y menores

A la hora de prevenir o saber reaccionar frente a todos los peligros del mundo digital, la educación se antoja como un componente fundamental. Formación no solo para los menores, sino para todos los implicados, de manera que tanto sus familias como los docentes, desde los centros escolares, puedan acompañarlos y educarles en un uso responsable de cualquier tipo de tecnología.

La web de INCIBE, por ejemplo, reúne un gran número de recursos tanto para jóvenes como para familias y educadores, y combina la parte presencial con la digital. Entre ellos, por ejemplo, un MOOC (curso online gratuito) para docentes y otro para coordinadores TIC, en colaboración con el Instituto Nacional de Tecnologías de Innovación Docente (INDEX); herramientas de control parental; recursos orientados a establecer estrategias y rutinas digitales familiares; talleres online para menores y familias… Y, por supuesto, un servicio telefónico de ayuda en ciberseguridad (017) disponible para cualquier usuario de internet que tenga problemas de ciberseguridad en su día a día.

“Ahora mismo tenemos un proyecto de aulas itinerantes, con las que nos movemos por todo el territorio español y organizamos sesiones que combinan el aprendizaje con dinámicas de juego interactivas”, explica Gutiérrez. Entre los materiales didácticos de Incibe se incluyen, también, unidades didácticas pensadas y diseñadas para que cualquier docente pueda aplicarlas en una sesión de 50 minutos, de una forma dinámica, abierta y adaptada a las competencias digitales que ha de cumplir el alumnado.

Desde la Fundación ANAR, además, se imparten talleres dirigidos a alumnos, profesorado y familias que cualquier centro escolar que esté interesado puede concertar llamando a su sede en Madrid o a cualquiera de sus delegaciones (Castilla y León, Baleares y Valencia). “En cada curso adaptamos los contenidos y las problemáticas, ya que dependiendo de la edad tienen mayor riesgo de sufrir unas u otras. Por ejemplo, en quinto y sexto de Primaria, abordamos el ciberacoso, que es el riesgo más frecuente al que se exponen. Y con Secundaria y Bachillerato, además, hablamos de riesgos como la adicción al móvil; el sexting (el envío de fotografías o vídeos propios con connotación sexual a través del teléfono móvil u otro dispositivo con conexión a Internet); el grooming (y cómo el adulto que está detrás es un experto en el engaño, y qué mecanismos de manipulación emplea); o la violencia de género a través de las redes sociales”, explica Graciela Sánchez, responsable de Educación de ANAR.

Por otro lado, al profesorado y a las familias les presentan las líneas de ayuda ANAR (900 20 20 10), para que puedan, si es necesario, recurrir a ellas en cualquier momento del día o del año; les ayudan a diferenciar entre un buen uso y un mal uso de las tecnologías; y también a conocer las aplicaciones y redes sociales más utilizadas por los adolescentes, la edad mínima legal para usarlas y cómo sus hijos y/o alumnos pueden protegerse en una red social.

Recomendaciones de ciberseguridad para los jóvenes

Con el fin de ayudar a los menores a lidiar de la mejor forma posible con todos estos riesgos, desde la Fundación ANAR recomiendan seguir este decálogo de consejos:

  1. Si estás sufriendo ciberacoso, pide ayuda en el 900 20 20 10 (Líneas de Ayuda ANAR). No contestes a este tipo de mensajes, pero tampoco los borres: harán falta para poder denunciar esta conducta ante el centro escolar.
  2. En redes sociales, configura tu privacidad para que solo sea accesible para tus amigos.
  3. No publiques datos personales, no abras mensajes de desconocidos (ni aceptes solicitudes de quien no conoces) y emplea contraseñas seguras. En caso de problemas, de nuevo, no borres nada.
  4. No te hagas fotos ni vídeos comprometedores ni que puedan ser usados en tu contra: todo lo que borres se puede recuperar. Si recibes imágenes de una agresión, no la pases y avisa a un adulto.
  5. No compartas secretos o fotos íntimas en un chat, por mucha confianza que tengas con la otra persona (y tampoco si es tu pareja), ni cedas nunca a un intento de chantaje.
  6. No quedes solo o sola con alguien a quien conociste en internet.
  7. No uses la webcam con desconocidos. Mejor tapa siempre la cámara, aunque no esté operativa.
  8. En caso de duda, cambia tus contraseñas y nunca las guardes en el mismo dispositivo.
  9. Cuidado con la violencia de género: aprende a detectar los primeros signos de una relación insana, busca información y pregunta a adultos de tu entorno. También puedes contactar con la Fundación ANAR si tienes dudas, y hablar con sus psicólogos.
  10. Recuerda que nadie puede obligarte a hacer algo que no quieras hacer, y que el control no es igual al amor. Y nunca, nunca normalices esa situación.

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