En 2010, Robert F. Kennedy Jr. experimentó una pérdida de memoria tan drástica que uno de sus íntimos amigos empezó a preocuparse por que pudiera padecer un tumor cerebral. El hoy candidato independiente a la Casa Blanca, sobrino del expresidente John F. Kennedy, dijo que aquel problema de salud le llevó a consultar a algunos de los mejores neurólogos de Estados Unidos, muchos de los cuales habían tratado o hablado con su otro tío, el senador Ted Kennedy, antes de su muerte por cáncer cerebral en 2009. Varios especialistas consultados encontraron una mancha oscura en sus escáneres cerebrales que les llevó a concluir que tenía un tumor, según reveló el propio RFK Jr. en 2012.

«Tengo problemas cognitivos, claramente. Tengo pérdida de memoria a corto plazo, y tengo pérdida de memoria a más largo plazo que me afecta», confesó entonces en una comparecencia que ofreció a la prensa durante el proceso de divorcio de su segunda esposa, Mary Richardson Kennedy. La sospecha de que pudiera sufrir esta enfermedad hizo que el Centro Médico de la Universidad de Duke programara una intervención inmediata con el mismo cirujano que había operado a su tío. Sin embargo, mientras hacía las maletas para el viaje, RFK Jr. recibió una llamada del NewYork-Presbyterian Hospital. Había una opinión diferente. Uno de los médicos del centro hospitalario creía que lo que tenía en el cerebro no era un tumor, sino un parásito. La anomalía que se veía en sus escáneres «estaba causada por un gusano que se metió en mi cerebro y se comió una parte de él y luego murió», explicó el propio Kennedy en 2012.

RFK Jr. había omitido a lo largo de la campaña sus problemas de salud. El aspirante independiente, de 70 años, ha utilizado su condición atlética y su relativa juventud –en comparación con los dos principales candidatos– como una ventaja sobre el presidente Joe Biden y el exmandatario Donald Trump, de 81 y 77 años, respectivamente.

Kennedy, que abandonó las filas demócratas para presentar su candidatura, se ha asegurado un lugar en las papeletas de Utah, Michigan, Hawái y, según su campaña, California y Delaware. Sus intensos esfuerzos por ganar acceso en más estados podrían ponerle en posición de desnivelar la balanza en favor de uno u otro candidato. RFK Jr. ha hecho todo lo que está en su mano para parecer sano y vigoroso. Ha aparecido esquiando con un snowboarder profesional y con un medallista de oro olímpico que le llamó «destripador» mientras corrían montaña abajo. Un equipo de cámaras estuvo a su lado mientras levantaba pesas, sin camiseta, en un gimnasio al aire libre de Venice Beach.

Aun así, Kennedy se ha enfrentado a lo largo de los años a graves problemas de salud, algunos incluso que no han sido revelados, según la prensa estadounidense, entre los que se incluye el supuesto parásito. Ha trascendido que RFK Jr. sufrió fibrilación auricular, una anomalía común de los latidos del corazón que aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular o insuficiencia cardíaca, y que ha sido hospitalizado al menos cuatro veces por episodios, a pesar de haber declarado en algunas entrevistas recientes que no había sufrido ningún incidente de este tipo en más de una década y que creía que la afección había desaparecido.

Su equipo de campaña ha declinado facilitar su historial médico, plagado de tratamientos, ingresos y hospitalizaciones. Ni Biden ni Trump han hecho públicos los suyos. Aunque la Casa Blanca publicó en febrero un resumen de seis páginas sobre la salud del presidente y Trump publicó en noviembre una declaración de tres párrafos de su médico. Sobre el parásito al que hacía referencia más de una década atrás el propio Kennedy, los expertos consultados por la prensa local consideran que pudo haber sido una larva de la tenia del cerdo. Algunas pueden vivir en el cerebro humano durante años sin causar problemas. Otras pueden causar estragos, a menudo cuando empiezan a morir, lo que provoca inflamación. Los síntomas más comunes son convulsiones, dolores de cabeza y mareos.

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