El Madrid celebró el pasado sábado la meritoria Liga con la austeridad de los Orden de los Cartujos. Con un recato extremo y en soledad. Casi como si no hubiera conseguido nada. Entre otras razones, justificó el club, porque aparecía a cuatro días vista la vuelta de las semifinales de la Champions. La institución que mayor obsesión -y éxito- tiene con la Copa de Europa busca la 18º final de su historia tras el 2-2 de hace una semana en Múnich. Enfrente le reta lo más parecido a él (persigue la 12ª final), el viejo y orgulloso Bayern, derrotado en la Bundesliga una década después pero amenazante con la orejona en el horizonte, propietario de una batería de atacantes que no admite distracciones. En la punta, Harry Kane, autor de 44 goles este curso y pretendido por Carlo Ancelotti el pasado verano para relevar a Karim Benzema.

La supresión de la norma del valor extra de los goles en campo contrario convierte el duelo del Bernabéu (21.00, Movistar) en una final por alcanzar la final de Londres del próximo 1 de junio. “No hay optimismo. Tenemos gran ilusión y conciencia de las dificultades que nos podemos encontrar”, advirtió este martes Carletto sobre la sensación que flota en el ambiente local de que, tras superar el padecimiento con el City en cuartos, lo peor está pasado.

“Somos los dos equipos de Europa más peligrosos en las transiciones”, aseguró el técnico italiano, que reclamó a sus jugadores “equilibrio” e “intensidad”. “Queremos un partido con ritmo, arriba y abajo. En la ida, lo pudimos hacer mejor a nivel defensivo”, volvió a recordar Ancelotti, cuya alineación solo presenta, a priori, la duda de Tchouameni o Nacho para acompañar en el centro de la defensa a Rüdiger. Si elige al francés, Camavinga saldría en el medio. Si el dedo apunta al capitán, Tchouameni ocuparía su posición natural en el pivote. Después de una campaña de penalidades médicas, el Madrid llega a la gran noche con la única baja de David Alaba. El portero ante los bávaros seguirá siendo Lunin. “Courtois se tendrá que tomar su tiempo para llegar a la mejor versión”, acotó Ancelotti, que aspira a su sexta final de Champions (cuatro títulos).

Thomas Tüchel no seguirá en el Bayern, pero el pase a la final lo colocaría como el único entrenador en conseguirlo con tres equipos diferentes (antes lo hizo con PSG y Chelsea). El alemán, un estratega que aterrizó por la tarde en España satisfecho por haber realizado dos sesiones tácticas, prevé un encuentro “complejo”, con “diferentes olas y fases”, que encara por encima de todo como una oportunidad. “No jugamos para disfrutar la semifinal, sino para pasar a la final”, puntualizó pragmático y recto después de darse un paseo por el Bernabéu (entrenó por la mañana en Múnich), embutido en un traje negro mientras no dejaba de mirar hacia arriba, hacia el anfiteatro vacío. “Ahora cada uno tiene que hablar con su voz interior”, soltó después de dedicar a sus futbolistas una charla en mitad del césped. “No les hablamos del mito del Madrid para no complicarlo todavía más”, matizó antes de rebobinar su vida y comentar qué suponía para él, cuando era niño, Emilio Butragueño.

Respecto a la ida, recupera arriba a Serge Gnabry (ya jugó una hora el sábado en Stuttgart) y atrás a Matthijs de Ligt, que entrena con normalidad desde el domingo, un regreso clave para restañar la flojera defensiva del equipo. En la ida, los fallos de su sustituto, Kim Min-jae, lastraron al Bayern (se le fue Vinicius en el primer gol e hizo el penalti a Rodrygo en el segundo). “El lenguaje corporal es importante. Vamos a tener una defensa muy estable”, valoró el portero Manuel Neuer, un viejo zorro de 38 años. “Debemos tener confianza en nosotros mismos. No podemos asustarnos. La confianza la tenemos que convertir en algo positivo. Tuvimos la oportunidad de ganar en Múnich, así que también la tendremos en Madrid”, aseguró el meta. La baja que sufrirán con la ida será de la Raphaël Guerreiro, lesionado contra el Stuttgart.

El Madrid llega a la penúltima estación del torneo con cuatro empates consecutivos (1-1 con el Leipzig en casa, 3-3 y 1-1 con el City, y 2-2 en Múnich) y una única victoria en la fase de eliminatorias, a la espera de una actuación rotunda y redonda. Su gran bandera hasta ahora ha sido la resistencia infinita en el Etihad. “Estamos a dos partidos de levantarla de nuevo y en el vestuario lo sabemos”, apuntó Dani Carvajal, cuyo historial en la competición (cinco coronas) convirtió la frase en una advertencia al mundo.

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