Puerto Rico se presenta a los viajeros como un lugar donde el azul del mar se funde con el verde intenso de la naturaleza y el pasado emerge en bellos edificios históricos. No en vano es conocido como una de las más bonitas «perlas del Caribe».

La mejor época para visitar Puerto Rico depende de lo que se quiera hacer y experimentar allí. Por ejemplo, aunque la primavera y el verano no parezcan ser el momento ideal, ya que las temperaturas son más elevadas, hay que tener en cuenta que el 23 de junio, la Noche de San Juan, es una de las fiestas más importantes de esta isla y la alegría que la caracteriza se encuentra en ese mes en su máximo esplendor. Por otro lado, no hay que olvidar otros atractivos irresistibles del verano puertorriqueño como contemplar y nadar con tortugas marinas, las grandes viajeras de los océanos.

Parada obligada y un comienzo perfecto para conocer Puerto Rico es su capital: San Juan. Recorrer su corazón histórico y cultural, el Viejo San Juan, es como retroceder en el tiempo entre edificios de arquitectura colonial recuperados con fachadas pintadas en un agradable color pastel.

Resulta necesario hacer un inciso sobre la bonita bahía de San Juan (entrada principal adyacente al Viejo San Juan). Esta, por ser un punto estratégico, se protegió con numerosas obras defensivas edificadas entre los siglos XVI y XX, por lo que en el Sitio Histórico Nacional de San Juan de Puerto Rico (es decir, Viejo San Juan), declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sus imperdibles son sus fortalezas y murallas. Entre estas se destacan la imponente Fortaleza de San Felipe del Morro y el Castillo de San Cristóbal. Además, las murallas de la ciudad, que una vez rodearon completamente San Juan, ofrecen hoy día un paseo panorámico con vistas espectaculares del océano y la ciudad moderna.

Cerca de las fortalezas, en el corazón del Viejo San Juan, está situada la Catedral de San Juan Bautista, un refugio de serenidad donde descansan los restos del famoso explorador español Juan Ponce. Algo obligado aquí es pasear por el famoso Callejón de la Puerta con la Bandera, que con su famosa bandera puertorriqueña pintada, ofrece una de las fotos más icónicas de la ciudad.

Aparte del encanto histórico del Viejo San Juan, la capital portorriqueña ofrece otros alicientes turísticos que muestran la faceta más moderna de Puerto Rico. Por ejemplo, en el distrito de Santurce se encuentra el Museo de Arte. Alojado en un impresionante edificio neoclásico, su colección se extiende desde el arte religioso y el retrato del siglo XVII hasta obras de este siglo, pasando por una serie de esculturas de artistas locales en su bello jardín. Asimismo, en sus alrededores, especialmente en la calle Loíza, hay una magnífica oferta de restaurantes y bares.

Para aquellos amantes del sol y la playa, San Juan tiene tentadoras propuestas. Sobresale Condado Beach, cuya arena dorada y aguas turquesas son el escenario perfecto para disfrutar de las buenas temperaturas puertorriqueñas. El barrio en el que se encuentra es conocido por su lujoso distrito hotelero y sus elegantes boutiques, siendo ideal para quienes quieren aprovechar el viaje para irse de shopping. En este sentido, es imperdible el área de Isla Verde, este ya situado en la ciudad de Carolina, aunque muy cercano a la capital. En esta zona, hay hermosas playas, restaurantes, hoteles de lujo y una vibrante vida nocturna, por ello es una popular elección para turistas y locales.

Más allá de la capital

Explorar Puerto Rico más allá de San Juan regala una inmersión en una diversidad de paisajes y culturas que no tiene precio. Una población muy recomendable en el noroeste es Arecibo. Se le conoce como «La Ciudad Esmeralda» por su encantadora mezcla de historia y naturaleza. La Catedral de San Felipe y la Cueva Ventana, con su impresionante vista desde una abertura natural hacia el valle, son algunos de los puntos destacados. El área también alberga el sistema de cuevas de Camuy y el Parque Nacional del Bosque Cambalache, ofreciendo una magnífica aventura para los asiduos al senderismo.

Hacia el sur, se halla Ponce, una atractiva localidad que cautiva con su arquitectura neoclásica y vibrante vida cultural. Recorrer su centro histórico revela tesoros como la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe y el Teatro La Perla. Al igual que en otros lugares de Puerto Rico, aquí pueden visitarse antiguas refinerías de azúcar. Antiguamente, estas eran el motor económico de la isla, hoy en día ofrecen visitas culturales con alojamientos exclusivos.

Mirando hacia el noreste, la isla de Vieques es una excelente opción. Invita a relajarse en playas prístinas y maravillarse con la bioluminiscencia de la Bahía Mosquito. Con el agua iluminada por unos microorganismos, un recorrido nocturno en barco es una promesa de una experiencia única y maravillosa. Esta pequeña isla es perfecta también para perderse entre la naturaleza. Aunque de características parecidas, las islas de Culebra y Mona ofrecen sus propios encantos. En la primera se puede disfrutar de uno de los arenales más bellos del país, la Playa Flamenco; la segunda, al ser un centro de valor ecológico, solo puede visitarse a través de tours previamente contratados.

Para finalizar, una opción muy agradable y diferente es el Parque Nacional El Yunque, el único bosque lluvioso tropical bajo protección federal en los Estados Unidos. Ubicado en el este de Puerto Rico, es un bastión de biodiversidad con cascadas impresionantes como La Coca y una red de senderos que invitan a descubrir su rica flora y fauna.

Cada uno de estos lugares mencionados unidos entre sí dan una visión completa y profunda de Puerto Rico, mostrando la rica variedad de paisajes, cultura e historia que define la isla. Sin duda, unas propuestas tan tentadoras que resultan irresistibles, ¿no cree?

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