Pase lo que pase este domingo en la corrida de Miura en la que también está anunciado, Manuel Escribano (Gerena, Sevilla, 1984) es por derecho propio el gran protagonista de la Feria de Abril de 2024.

Seguramente, no figurará en la lista de los galardonados de los muchos jurados que votarán los momentos más artísticos del ciclo sevillano, pero en el corazón de todos los aficionados tendrá para siempre el premio al superhombre, al gran torerazo que dio sentido a la tauromaquia la tarde de los victorinos.

Escribano se enfundó su capa de superman en forma de pantalón vaquero y enmudeció la plaza

Aquellos que tuvieron la fortuna de asistir al thriller protagonizado por el torero vivieron en carne propia la enajenación colectiva que puede producir la gesta de un hombre dispuesto a dar la vida por un destino al que se considera llamado. Se sintieron trasladados a otra dimensión más allá de la puramente humana.

Porque Escribano demostró que es un extraterrestre, originario de un mundo desconocido para los humanos, extasiados ante la presencia de alguien con rasgos físicos parecidos pero diferente en grado sumo.

Escribano es un ‘extraño loco’, alguien que no tiene la cabeza donde creemos los demás que debe estar, que se dice hijo de Paco y Lola, un veterinario envenenado también por el toro y una hacendosa ama de casa, artista de la confección de los trajes de flamenca, pero no, Manuel es hijo de un planeta lejano que un día viajó en un meteorito que cayó en Gerena y se hizo uno más en la familia.

Porque solo alguien de esa estirpe desconocida es capaz de pedirle a los médicos que lo intervengan con anestesia local para volver al ruedo dos horas más tarde; alguien que se enfunda su capa de Superman en forma de pantalón vaquero y enmudece a la plaza cuando decide cruzar el ruedo y enfrentarse al destino de su vida como un superhéroe de Hollywood; alguien que supera el dolor, pelea y sale victorioso contra todo pronóstico. Un ‘perturbado’ de libro si no fuera un extraterrestre.

Sin duda, la imagen del torero caminando hacia la puerta de toriles entre la conmoción de los tendidos y la emoción incontenible de la banda de música es la más impactante de muchas ferias.

El público salió de la plaza con el cuerpo ‘cortao’, con los vellos aún de punta y la sensación de haber asistido a una historia de ficción. Pero todo había sido verdad, y justamente por eso será inolvidable.

¿Y, ahora, qué? ¿Habrá sonado el teléfono de Escribano mientras se recupera de la herida y de la paliza sufridas? ¿Se habrán recompuesto carteles para dar entrada a un héroe?

Hace tiempo que la fiesta de los toros está bajo sospecha, manejada y dirigida por personajes poco claros, más proclives a las componendas y al intercambio de favores, e integrantes de una pandilla que busca ante todo defender sus propios intereses sin demasiados escrúpulos. No salvaguardan la tauromaquia ni persiguen la integridad del espectáculo. En su hoja de ruta rara vez tienen cabida los héroes, ni entra en sus planes distinguir gestas extraordinarias.

No es un torero de pellizco, pero cuenta con un currículo tan meritorio como escaso de justas recompensas

Escribano, que no es torero de pellizco, cuenta con un currículo tan meritorio como escaso de justas recompensas. No es solo que su cuerpo esté marcado por cicatrices que le recuerdan los cambios de tiempo, sino por reiterados triunfos en plazas de relevancia —La Maestranza, entre ellas— que bien merecen otro trato por parte de las empresas.

Pero así se escribe la historia. No son pocos los toreros que sin causa que lo justifique comienzan cada temporada con la agenda vacía; sus nombres suelen coincidir con aquellos que por razones a veces insondables cuentan con menos apoyos de los que mandan. Porque los que mandan, y no el público, son quienes deciden los que torean o no, a los que se les empuja hacia arriba o al precipicio.

Sea como fuere, quede constancia de la grandeza de este torero de Gerena. Porque venga de donde venga y sea humano o marciano, Escribano no hizo más que dar una lección de vida, una de esas que ofrecen a diario muchos ‘locos’ anónimos que sueñan con el traje de luces y están dispuestos a morir por alcanzar la vida.

Escribano protagonizó una gesta que dio sentido a la tauromaquia, la desnudó delante de todos y la hizo carne. En su capa superheroica del pantalón vaquero llevaba colgadas todas las cualidades que han adornado a los toreros de verdad a lo largo de la historia.

Sigue la actualidad taurina, en X

Compartir
Exit mobile version