Tomás Bretón lamentó el inesperado éxito de su sainete lírico La verbena de la Paloma. “¡Causa esto dolor y vergüenza! ¡Así está nuestro pobre país! Camina a su redención con una lenti­tud que desespera”, confesó por carta a la infanta Paz de Borbón, pocos días después de su estreno, en febrero de 1894. El compositor salmantino, que había representado Los amantes de Teruel en la Ópera de Viena, aspiraba a poner al día la música española adaptando modelos italianos, franceses y alemanes en sus títulos escénicos para hacerlos competitivos a nivel internacional.

Pero también añadió esa maestría operística al género chico sin traicionar su esencia folclórica. Y el resultado fue la obra maestra universal y popular que todos conocemos. Lo explica Víctor Sánchez, autor de Tomás Bretón. Un músico de la Restauración (ICCMU), en el excelente programa de mano de la nueva producción del Teatro de la Zarzuela, estrenada el pasado 8 de mayo. El compositor aplica la receta de la ópera bufa rossiniana en el parlante inicial de Don Hilarión, acerca la romanza de Julián al melodrama verdiano y utiliza el leitmotiv wagneriano para aludir o retratar personajes. E incluso es fácil pensar en Beethoven al escuchar el acompañamiento del evocador nocturno del sereno y los guardias.

Esa misma ambición musical pudo escucharse desde el foso, en el estreno del pasado miércoles. El madrileño José Miguel Pérez Sierra concertó con maestría, al frente de una precisa y disciplinada Orquesta de la Comunidad de Madrid, en su primera actuación como director musical del coliseo de la calle Jovellanos. Lo comprobamos en el maravilloso popurrí orquestal del preludio, que sonó como un ideal resumen dramático, desde la festiva y alocada habanera inicial a su versión final lenta y expresiva en la flauta y propulsada por los violines.

La nueva producción de la coreógrafa Nuria Castejón aprovechó el preludio como vistoso número de baile. Y esa inclinación natural hacia el movimiento aportó un rutilante dinamismo a toda su propuesta escénica, completamente tradicional y respetuosa con el libreto del sainetero Ricardo de la Vega. Una régie que es también un homenaje teñido de nostalgia hacia sus padres Pepa Rosado y Rafael Castejón, dos históricos genéricos de la zarzuela. Con una atractiva escenografía de Nicolás Boni, que evoca los balcones del barrio de La Latina, el ambiente noctívago de la iluminación de Albert Faura junto a la distinción y el costumbrismo del vestuario de Gabriela Salaverri.

El reparto vocal y actoral fue excelente y compacto. El versátil Antoni Comas compuso un gran boticario Don Hilarión con un patético aire dandi y arriesgadas corpografías en sus coplas Tiene razón Don Sebastián. El barítono Borja Quiza fue un Julián brillante a nivel actoral y de indudable empaque vocal, aunque también algo inexpresivo y escaso de contrastes dinámicos. Su famosa habanera ¿Dónde vas con mantón de Manila? se benefició del tinte oscuro y dramático que aporta la soprano Carmen Romeu a su novia, la chulapa Susana. Bien su hermana Casta con Ana San Martín junto a la sensacional Señá Rita de Milagros Martín. Y los cinco brillaron en un quinteto idealmente acompañado y escenificado que fue uno de los mejores momentos de la noche.

Del resto, Gerardo López aportó naturalidad a Don Sebastián, Gurutze Beitia fue una ideal Tía Antonia y el actor Rafa Castejón despuntó como tabernero. Pero también habría que destacar la soleá Los arroyos y las fuentes, cantada por la cantaora Sara Salado, y el acompañamiento al piano de Ramón Grau, que además intervino en la mazurca de la escena de las chulapas con Don Hilarión. Pero otra de las fortalezas de esta producción es el Coro Titular del Teatro de la Zarzuela que brilló en otro de los momentos más famosos: las seguidillas Por ser la Virgen de la Paloma.

Esta nueva producción del sainete de Bretón se ha precedido del estreno absoluto de un acertado prólogo cómico-lírico titulado Adiós, Apolo, del dramaturgo Álvaro Tato. Una divertida evocación de los 45 minutos previos a la última representación de La verbena de la Paloma, el 30 de junio de 1929, antes del cierre definitivo del Teatro Apolo, el legendario santuario del género chico donde se había estrenado en la calle de Alcalá. Otro guiño de nostalgia que combina diálogos ingeniosos con un seductor retrato de la farándula de la época. Pero aderezado, además, con varios números musicales de títulos clásicos, como La Gran Vía, de Federico Chueca, y actuales como El sobre verde, de Jacinto Guerrero.

‘La verbena de la Paloma’

Música de Tomás Bretón. Libreto de Ricardo de la Vega. Reparto: Antonio Comas (Don Hilarión), Gerardo López (Don Sebastián), Borja Quiza (Julián), Milagros Martín (Señá Rita), Carmen Romeu (Susana), Ana San Martín (Casta), Gurutze Beitia (Tía Antonia), Sara Salado (Cantadora), Rafa Castejón (Tabernero), entre otros. Coro Titular del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección musical: José Miguel Pérez Sierra. Dirección de escena: Nuria Castejón. Teatro de la Zarzuela, 8 de mayo. Hasta el 25 de mayo.

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