Las octavillas del ejército israelí en las que se ordenaba a los habitantes de la parte oriental de Rafah que se marcharan cayeron desde el cielo “a las 9.30 de la mañana”, calcula Amal, el nombre falso de una palestina de 36 años, que aún no se cree que ella y sus dos hijos, de 12 y 9 años, salieran de allí con vida. Porque, según su relato, los folletos cayeron en la que era su calle al mismo tiempo que las bombas. “Dios nos salvó, Fue un milagro que escapáramos de la muerte, porque no hubo tiempo de evacuar. Juro que [los israelíes] no nos dieron tiempo de marcharnos. Anunciaron la orden de evacuación e inmediatamente comenzaron a lanzar bombas como locos sobre la gente”, explica por mensajes de WhatsApp. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados palestinos (UNRWA), al menos 80.000 palestinos han huido desde este lunes del área de la ciudad meridional gazatí que Israel ha ordenado desalojar.

Como Amal y sus hijos, que tuvieron que escapar en octubre de su casa en la capital del enclave palestino, “la mayoría de las [personas] desarraigadas por las órdenes de evacuación militar israelí en el este de Rafah ya habían sido desplazadas de otras zonas de Gaza”, ha asegurado Naciones Unidas en un comunicado de este jueves. Estas personas ahora se van con todo lo que pueden llevar “en vehículos, camiones, motos y carros tirados por burros”, según UNRWA. Solo el miércoles, más de 47.500 palestinos abandonaron sus refugios en Rafah, calcula la agencia de la ONU.

Israel aseguró el lunes que su mandato de expulsión de los desplazados de esa zona afectaba a 100.000 personas, pero, según otras fuentes de Naciones Unidas en la localidad, citadas por el diario The Guardian, quienes se han marchado de la parte oriental de esa urbe superan ya ese número, que en los próximos días podría elevarse a 300.000 personas.

Esos datos no parecen exagerados. La superficie desalojada abarca 31 kilómetros cuadrados y la densidad de población en esa ciudad palestina era de 20.000 personas por kilómetro cuadrado, casi el doble que la ciudad de Nueva York, según Unicef. Antes de la guerra, Rafah y su gobernación tenían 220.000 habitantes, a los que se habían sumado más de un millón de desplazados por las sucesivas órdenes de desplazamiento masivo de población dictadas por Israel.

Desde las ventanas del almacén en el que Amal, sus hijos y su marido sobrevivían desde octubre —su casa fue destruida por un bombardeo—, se veía el paso de Rafah. Ese cruce fronterizo con Egipto está desde el martes bajo control de los tanques israelíes. La orden de evacuación del este de la ciudad y la toma de ese paso que hasta ahora era la principal vía de entrada a la ayuda humanitaria se han interpretado como los primeros pasos de la temida ofensiva terrestre israelí sobre la ciudad meridional, que aún no se ha producido, al menos a gran escala

La calle San Jorge

El barrio de Amal, Al Geneina, está en el corazón de las nueve áreas de Rafah —Israel ha dividido el territorio de Gaza en áreas— que el ejército de ese país ordenó vaciar el lunes. A pesar de que, hasta ahora, la ciudad meridional era definida como una “zona segura” por Israel, el ejército de este país nunca ha dejado de bombardear esta urbe.

Cuando empezaron a caer las octavillas, Amal y sus hijos no tuvieron tiempo de recoger sus ya escasas pertenencias, dado que los aviones israelíes “empezaron inmediatamente a lanzar bombas”, sostiene. “Cogí a mis hijos y empecé a correr por la calle con otras personas del refugio. Lo único en lo que pensaba en ese momento era en cómo mantener a mis hijos a salvo de los bombardeos. Escapamos mientras las bombas nos caían alrededor, en los refugios y sobre las otras casas de la zona”, recuerda. Y luego dice: “Las órdenes de evacuación son solo propaganda israelí destinada a los medios de comunicación extranjeros”.

Esta palestina menciona el nombre de la calle en la que se produjeron estos bombardeos y por la que escapó con sus hijos, junto con otros desplazados: “Saint Georges” (San Jorge). El lunes, la agencia oficial palestina Wafa informó de bombardeos en el barrio Al Geneina, en los que murieron al menos cuatro civiles, entre ellos dos niños, y de otro ataque aéreo en la calle Saint Georges. En esa vía, murieron al menos otras cuatro personas, de los que una era otro menor. Entre la tarde del tarde del lunes y este miércoles, 109 palestinos fallecieron y 296 resultaron heridos en ataques del ejército israelí en Gaza, según datos del Ministerio de Sanidad del territorio gobernado por Hamás. En los siete meses que dura ya la contienda, alrededor de 34.900 palestinos han perecido en la Franja y otros 78.404 han resultado heridos, de acuerdo con esa fuente.

“Nunca habíamos pasado un terror semejante al de este lunes”, dice Amal. “No puedo explicar lo que sentimos. Estuvimos corriendo bajo los bombardeos durante dos horas. No puedo creer que sigamos vivos. Dios nos ha salvado”. A ellos y al marido, que quedó atrás cuando su mujer y sus hijos huyeron, intentando recuperar “algo de ropa y mantas para tapar a los niños por la noche”. Después de cinco horas, el hombre pudo salir del barrio. Ahora, toda la familia se refugia en “un viejo almacén vacío” en la otra punta de Rafah.

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