Big Oil tuvo un año monstruoso en 2022. En los EE. UU., ExxonMobil y Chevron obtuvieron en conjunto más de $ 91 mil millones en ingresos netos. Las ganancias récord, que ascienden a la asombrosa cifra de $173,135 por minuto, generaron mayores dividendos y elevados planes de recompra de acciones.
Los inversores deben disfrutar el momento. El crecimiento de las ganancias ya estaba comenzando a desacelerarse en el cuarto trimestre. Se espera que las ganancias caigan este año y el próximo. El desafío de la descarbonización es cada vez más urgente.
Exxon y Chevron generaron casi 100.000 millones de dólares en flujo de caja libre el año pasado. Solo una pequeña parte de eso se destinó a proyectos que los ayudarán a dejar los combustibles fósiles.
Los pagos a los accionistas superarán los gastos de capital en el corto plazo. Exxon, por ejemplo, planea gastar más de $ 30 mil millones en dividendos y recompras de acciones por año hasta 2024. Eso se compara con los $ 20 mil millones a $ 25 mil millones al año que ha invertido en gastos de capital. De esto, alrededor de $3.400 millones se destinarán a proyectos de reducción de emisiones.
Las compañías petroleras están ansiosas por recompensar a los inversores después de que las acciones se rebajaran durante la pandemia. Pero las acciones de energía han disfrutado de un repunte masivo. Las acciones de Exxon alcanzaron un nuevo máximo la semana pasada después de subir un 160 por ciento en dos años. Chevron, cuyas acciones se han más que duplicado durante el período, también cotiza cerca de los máximos históricos establecidos en noviembre.
La insistencia de las grandes petroleras en recompras a precios tan elevados es miope.
Exxon tiene una razón contraria para seguir con su negocio de petróleo y gas. Cree que el mundo consumirá más crudo en 2050 que en la actualidad. Eso contrasta con BP, que proyecta una caída del 25 por ciento en la demanda para 2050.
A pesar del gran aumento en los precios de las acciones, el sector de la energía aún representa solo el 5 por ciento del S&P 500. Hace una década, era más del 11 por ciento. Esa participación se reducirá aún más.
Las grandes petroleras no son las verdaderas culpables: culpen a los gobiernos por no acordar un plan de transición detallado. Aun así, existe un peligro real de que los resultados de Exxon de 2022 sean recordados como el punto culminante de un engaño colectivo.
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