El autor es miembro de la Cámara de los Lores y ex comisionado de servicios financieros de la UE.
La mayoría de la gente piensa en la regulación financiera como una cuestión técnica, adecuada solo para geeks. Pero con el proyecto de ley de mercados y servicios financieros actualmente en trámite en el parlamento, necesitan sintonizar, no desconectar.
¿Por qué? Porque en esencia es la regulación financiera la que marca el apetito de riesgo de la sociedad. Puede venir disfrazado con un lenguaje técnico impenetrable, pero lo que los reguladores deciden afecta directamente nuestra capacidad para competir y crecer. Al establecer el nivel de cuánto capital deben tener los bancos, por ejemplo, los reguladores determinan cuánto está disponible para invertir en negocios y, por lo tanto, en puestos de trabajo en todo el país. Entonces, la regulación financiera es política y economía con otro nombre.
De ello se deduce que obtener el marco correcto para el escrutinio regulatorio y la rendición de cuentas es fundamental para nuestro bienestar nacional. Una consecuencia de abandonar la UE es que el Reino Unido ahora tiene que repensar ese marco. Eso es lo que pretende lograr el nuevo proyecto de ley. Lo que se decida en las próximas semanas establecerá el sistema dentro del cual todos tendrán que operar hasta que llegue la próxima factura, lo que probablemente no sucederá hasta dentro de muchos años. Hacerlo bien importa.
Por buenas razones, el gobierno quiere un marco que facilitará que la Autoridad de Regulación Prudencial y la Autoridad de Conducta Financiera regulen de manera más flexible. Tienen razón en que fuera del engorroso sistema de elaboración de normas basado en el consenso de la UE, el Reino Unido debería poder moverse más rápido y de manera más proporcionada. Para lograrlo, el proyecto de ley otorga a nuestros reguladores mucha más independencia y la capacidad de adaptar las reglas sin tener que cambiarlas a través de la legislación primaria cada vez.
Pero una mayor independencia seguramente requiere una mayor responsabilidad regulatoria. De lo contrario, corremos el riesgo de reemplazar un sistema de regulación europea irresponsable por un nuevo sistema de regulación británica irresponsable, que no parece un progreso. En el proyecto de ley tal como está redactado, ¿la mayor independencia va de la mano con una mayor responsabilidad? Diría que no es suficiente.
Un buen marco regulatorio debe ser estable y predecible para que las empresas puedan planificar con confianza. Necesita permitir la competencia y la innovación. Debe ser lo suficientemente flexible para adaptarse a las circunstancias cambiantes oa las consecuencias no deseadas de la legislación anterior. Los reguladores deben ser debidamente responsables de las decisiones que toman. La regulación no debe ser un jardín secreto, cercado del escrutinio.
Para que eso funcione, primero necesita que los ministros proporcionen un mandato político claro. Necesita un escrutinio y un desafío parlamentarios efectivos. Y necesita un análisis confiable de cómo lo han estado haciendo los reguladores que sea lo más objetivo y desapasionado posible.
Es este último elemento el que falta en el proyecto de ley: un organismo que pueda proporcionar un análisis basado en evidencia de cómo los reguladores están actuando frente a los objetivos que se han fijado. Afortunadamente para el gobierno, la ayuda está a la mano. Esta semana, la Cámara de los Lores está debatiendo una enmienda para establecer una nueva Oficina de Responsabilidad Reguladora Financiera (Ofra), que desempeñaría esta función.
La propuesta ya ha atraído un fuerte apoyo de todos los partidos, y es fácil ver por qué. Al proporcionar datos objetivos, Ofra ayudaría a los reguladores a desintoxicar el debate político sobre la regulación. Ayudaría a los parlamentarios al fortalecerlos en su función de escrutinio. Ayudaría al gobierno al hacer que el sistema de rendición de cuentas sea más duradero y basado en evidencia. Ayudaría al sector de los servicios financieros al garantizar que se marcaran objetivamente los deberes de los reguladores. Nadie pierde, todos ganan.
Si queremos que nuestra economía crezca, la regulación importa. Si queremos regulación en la que podamos confiar, la responsabilidad es importante. Hay un agujero en el mecanismo de rendición de cuentas establecido por el gobierno en el proyecto de ley. Necesita Ofra para llenarlo.