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España se sumió en la incertidumbre política el domingo por la noche, ya que tanto la derecha como la izquierda no lograron asegurar un camino claro para formar un gobierno, a pesar de que el opositor Partido Popular ganó la mayoría de los escaños en el parlamento.
El punto muerto deja a la cuarta economía más grande de la UE en el limbo y abre la puerta a semanas o meses de complicadas negociaciones sobre alianzas electorales, o elecciones repetidas, como ocurrió en 2015-16 y 2019.
Desafiando las probabilidades, el presidente del Gobierno socialista, Pedro Sánchez, opuso suficiente resistencia para evitar que el PP de Alberto Núñez Feijóo obtuviera una mayoría parlamentaria conservadora en alianza con el partido de extrema derecha Vox.
Pero aunque a Sánchez le fue mejor de lo que predijeron las encuestas y ganó dos escaños más que en 2019, no alcanzó la mayoría absoluta necesaria para asumir el cargo, incluso con el apoyo de sus aliados existentes.
Los pactos parlamentarios surgirán solo de negociaciones tensas entre los partidos más grandes y dos conjuntos diferentes de aliados potenciales entre el cuadro fragmentado de pequeños grupos regionales de España.
Pero ninguna de las constelaciones más probables lleva al PP oa los socialistas a los 176 escaños necesarios para la mayoría en el congreso de 350 escaños.
El resultado otorga un papel potencialmente fundamental a Juntos por Cataluña, un partido separatista de línea dura que podría impulsar una dura negociación para dar sus votos a Sánchez.
La posición de Feijóo se complica por el hecho de que su socio potencial, Vox, se opone ferozmente a los partidos políticos separatistas y quiere prohibirlos, lo que hace difícil concebir que alguno de esos partidos se una a una alianza conservadora.
Con el 99 por ciento de los votos escrutados, el PP había ganado 136 escaños, los socialistas 122, Vox había asegurado 33 y Sumar, un nuevo grupo de izquierda que se uniría a Sánchez, tenía 31.
Sánchez, de 51 años, convocó a elecciones generales anticipadas después de que su partido sufriera una contundente derrota en las elecciones municipales y regionales a fines de mayo, apostando a que tendría un mejor desempeño en julio que si esperara hasta la fecha prevista para las elecciones en diciembre.

Partidarios del partido de extrema derecha español Vox esperan resultados © Reuters
Había vaticinado que ganaría “contra viento y marea” y en los últimos días de campaña amplificó sus advertencias sobre los peligros de una posible coalición PP-Vox, que dijo arrastraría al país de 2023 a “1973”.
Vox, liderada por Santiago Abascal, de 47 años, niega el cambio climático provocado por el ser humano, se opone a la inmigración musulmana, cuestiona la idea de violencia de género y quiere desechar una ley que consolida los derechos LGBT+.
Feijóo, de 61 años, centró su campaña en una crítica personal al “sanchismo”, al que definió como un credo político de “mentira, manipulación y picardía”.
Lanzó feroces ataques contra las controvertidas alianzas políticas de Sánchez con partidos independentistas de Cataluña y el País Vasco, que habían permitido que el presidente del Gobierno asumiera el cargo en 2018 y posteriormente aprobara reformas legislativas históricas.