Aún quedan ocho, pero todas y cada una de las 24 naciones han contribuido al éxito del torneo, tanto por el ambiente como en términos deportivos. El 5-1 del partido inaugural entre Alemania y Escocia fue una excepción porque lo normal han sido los partidos reñidos con resultados ajustados. Cuando hace unos años la UEFA aumentó el número de participantes en la fase final de la Eurocopa, tuve mis dudas. Ahora, me alegra que Europa esté tan bien representada.

Las selecciones nacionales son algo diferente para los futbolistas, que compiten por su país y forman un vínculo con sus seguidores. Los equipos más modestos se tienen que adaptar, y lo consiguen porque asumen su papel de cenicientas. Juegan a defenderse y tratan de sacar partido de sus escasas ocasiones. Cuando contraatacan, un murmullo recorre el estadio y a veces los aficionados consiguen con sus gritos que el balón entre en la portería. Uno para todos, todos para uno. Es lo que la gente quiere ver.

Georgia ha sido la más impresionante, con un equipo extremadamente resistente. Su forma de defender contra Portugal me recordó al campeón de la Europa League, el Atalanta, por la intensidad de sus entradas. Portugal se enfadó y en algún momento tiró la toalla. En octavos, Georgia cayó frente al mejor equipo hasta la fecha. La forma en que España ha dominado a todos sus rivales, y con juego alegre, es excepcional.

España sigue abanderando la excelencia y una idea que se remonta a Johan Cruyff y Pep Guardiola: el fútbol de combinación, técnico y de ataque. La formación y la educación se basan en esta idea, y la Federación Española de Fútbol ha decidido que todas sus selecciones jueguen conforme a este planteamiento desde la Sub-15 en adelante. Todo el mundo se identifica con esta idea. Yo mismo lo he conocido de primera mano, primero sufriéndolo como adversario y después como jugador bajo el mando de Guardiola.

Luis de la Fuente se ha empapado de esta cultura. Fue jugador de Primera y lleva 11 años trabajando para la Federación, donde ha entrenado a varios equipos juveniles. Conoce a los jugadores y al entorno. Con él, la Federación ha apostado por la continuidad.

España siempre tiene una base reconocible. Así ocurrió también en el Mundial de 2022, aunque, al igual que Alemania, cayó eliminada muy pronto. La plantilla actual, por otra parte, vuelve a contar con jugadores de primer nivel que plasman su dominio del balón en resultados: Nico Williams, Lamine Yamal, Pedri, Fabián Ruiz, Rodri. No hace falta ser un profeta para contarlos entre los mejores del fútbol europeo. Y si se aúnan ideas y talento, cabe esperar de España que rinda al más alto nivel. Este año, el equipo está jugando de maravilla. Viéndolos, se puede fantasear con que pudieran emular al equipo que lo ganó todo desde 2008 hasta 2012. Si se repitiera esa era, no sería casualidad.

Su rival en los cuartos de final es muy diferente. Por tamaño, población y fortaleza financiera de su liga, Alemania siempre está entre los favoritos. Ningún otro país ha llegado tantas veces a la fase final de Mundiales o Eurocopas. Además, la estructura de la liga y la densa red de centros de desarrollo juvenil (Nachwuchsleistungszetren) son únicas en el mundo.

Los principios consiguientes de selección y competición producen regularmente una buena cantidad de jugadores fuertes y competitivos. Gareth Southgate ha hecho las cuentas: en los cuartos de final de la Liga de Campeones había 18 futbolistas alemanes entre los titulares de los ocho equipos. La calidad individual da una base al conjunto. Todos los entrenadores del mundo estarían encantados de poder contar con jugadores como Toni Kroos, Ilkay Gündogan, Kai Havertz, Leroy Sané, Jamal Musiala o Florian Wirtz.

La actual selección nacional se armó en cuestión de tres meses. Es como si nos hubiéramos dado cuenta justo a tiempo de que teníamos un torneo en casa a la vuelta de la esquina. Desde entonces, se ha convertido en un bloque en cuatro partidos amistosos y cuatro oficiales. La actuación en octavos contra Dinamarca estuvo rebosante de pasión y energía. Por primera vez, quedó claro lo valiosa que podía ser la capacidad de Havertz. El talento lo ha tenido siempre. Solo había que pulirlo, primero en el Chelsea, y ahora en el Arsenal y en la Eurocopa.

Ahora toca España contra Alemania. España es más estable y homogénea. Alemania confía en su ímpetu y es más impredecible. El resultado está abierto. Pese a toda la estrategia, el fútbol sigue siendo un juego impredecible.

El torneo es muy entretenido. Ya está fuera uno de los cinco grandes, el vigente campeón, Italia. Sin embargo, tres países que nunca han ganado una Eurocopa se han plantado en los cuartos. Al menos uno de ellos llegará a semifinales, y tal vez uno esté en la final. Eso es lo bueno del sorteo. La suerte también cuenta. Esta tensión es el requisito previo para que la Eurocopa 2024 de la UEFA se convierta en una enorme carpa para beber cerveza (Bierzelt). Y así hasta el último día.

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