Las condiciones de los republicanos para investir a Salvador Illa como president son conocidas: la financiación singular, avances hacia un referéndum y el mantenimiento de políticas sociales troncales. El foco se lo han robado las dos primeras carpetas pero la tercera toca la fibra de las filas republicanas. Tras una campaña electoral donde el PSC y Junts se centraron en poner en duda la gestión del Govern de Pere Aragonès, el partido ve ahora necesario un acto de reivindicación por parte de quien aspire a tener sus apoyo, comprometiéndose con la continuidad de algunos logros del Ejecutivo monocolor. Voces de la dirección ponen la política de vivienda y la protección del catalán como dos de los campos en donde se espera un gesto que, insisten, ha de ir más allá de lo meramente retórico.

El mensaje ya ha sido transmitido oficialmente en las conversaciones de los equipos negociadores, si bien desde poco después de la noche electoral fue el propio Aragonès quien salió a reivindicar su obra de Gobierno y a alertar del error que significaría una enmienda a la totalidad. El presidente en funciones, de hecho, repitió ayer una idea similar en un acto del Consejo General de Cámaras de Cataluña, al reclamar que no se abandone el impulso de las infraestructuras hídricas “que deben permitir que Cataluña sea autosuficiente en la obtención de agua en 2030″.

Marta Rovira, secretaria general de los republicanos y que pilota desde Suiza las negociaciones para la investidura, fue clarísima hace dos semanas: “Se han de continuar las políticas políticas republicanas que ha hecho este Govern, queremos ver un compromiso al respecto”, dijo en una entrevista a SER Cataluña que aprovechó para dibujar el campo de juego sobre el que trabaja.

Uno de los mensajes estrella de Illa en la campaña fue el de la “década perdida” en Cataluña y ERC intentó emplearse a fondo en desmentirlo. Los socialistas usaban ese concepto para referirse a los años en que el tema soberanista acaparó la agenda política, la colaboración con el Gobierno central (entonces en manos del PP) se fue al congelador y temas clave como las energías renovables quedaron en segunda fila.

Curiosamente, no lo repitió en el pleno del pasado miércoles, con el que se certificó que no hay todavía un candidato con los apoyos suficientes para presentarse al pleno de investidura. Illa, de hecho, redobló su apuesta por un pacto progresista con comunes y ERC ―suman en conjunto 68 diputados, la mayoría absoluta― e hizo una referencia que sonaba a guiño a los republicanos. Dijo que quería “un pacto para proyectar y desplegar todo el potencial de la cultura catalana” y “con singular atención a la lengua”. “Un pacto que construya sobre lo que se ha avanzado en estos últimos años, desde el convencimiento que las instituciones de autogobierno son la suma de mucha aportaciones diferentes”, remachó.

En ERC, explican fuentes de la dirección del partido, no se dan por aludidos ante las palabras de Illa. Hay quien defiende que el guiño debería ser más contundente y que el cambio de lenguaje es lo mínimo para poder sentarse a negociar. Tras la reivindicación retórica habría que abrir la carpeta de lo práctico y ver qué políticas los socialistas estarían dispuestos a mantener en un Ejecutivo en el que ERC insiste no quiere entrar pese a dar sus votos para la investidura. El socialista, en campaña, llegó a prometer una auditoria sobre los servicios publicos que presta la Generalitat que considera deteriorados y para hacer una fotografía del momento.

“No son 10 años perdidos cuando, entre otras cosas, hemos logrado poner en el centro de la agenda temas que afectan a todos los catalanes, indistintamente de lo que voten. Por ejemplo el traspaso de Rodalies”, explica una voz de la dirección de los republicanos, cercana a las negociaciones. Además del catalán, donde Illa parece intentar ganarse a los republicanos pese a que le acusen de acercarse a tesis críticas con la inmersión lingüística, en el PSC no hay ninguna señal de querer pasar el proceso de creación de la empresa mixta Gobierno – Generalitat que capitaneará la red de Cercanías en Cataluña.

Otro de los terrenos claros donde habrá sintonía en cierto continuismo es en la política de vivienda. La líder de los comunes, Jéssica Albiach, puso el tema como el centro de las negociaciones para un eventual pacto progresista. La falta de Presupuestos dejó en la cuneta los planes de Aragonès para, por ejemplo, construir vivienda asequible en solares cedidos por el Ayuntamiento de Barcelona. Los socialistas empiezan a enviar señales sobre que se tomarán en serio el vacío legal sobre el alquiler de temporada que merma la eficacia de la ley de vivienda que fija los topes en los alquileres. Socialistas y republicanos tuvieron un amargo enfrentamiento por este punto, con el PSC votando en contra del decreto ley del Govern, que consideró endeble jurídicamente.

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