Novak Djokovic mira con sonrisa pícara a la moderadora, sobre la que recae, esta vez, una responsabilidad adicional. Ella tiene en sus labios la pregunta del millón: ¿Cómo está verdaderamente Novak Djokovic, ese “superhumano” (así lo califica Carlos Alcaraz) que hace solo 25 días pasaba por el quirófano para operarse del menisco en París y que ahora, como si nada hubiera pasado, milagroso, complicadísimo desde la óptica médica, está a punto de saltar al verde para competir en este Wimbledon que está a punto de despegar?

— Yo bien, ¿y tú? [risas].

— Bien [más risas].

— Entonces, vayamos directamente a lo de mi rodilla. Ahorremos a todos el tiempo de la pregunta…

El serbio, plusmarquista de todos los tiempos, departe con buen humor tras una extraordinaria carrera contra el tiempo en la que, hasta ahora, se ha impuesto a toda lógica. Ahí está la referencia de Taylor Fritz, capaz hace tres años de reaparecer solo tres semanas después de someterse al bisturí para reparar la misma lesión; sin embargo, el estadounidense tenía entonces 23 años menos, 14 menos de los que hoy tiene el balcánico. Un superdotado físico.

“La verdad que es asombroso el tiempo de recuperación que ha tenido”, apunta ante los periodistas Alcaraz. “En apenas tres semanas y media, ya está jugando sets y puntos a un nivel muy, muy alto, pero él suele recuperarse pronto en general. Todos sabemos lo que hace fuera de la pista para estar al cien por cien: la alimentación, el descanso y todo lo hace perfecto para poder estar ahí y rendir a su máximo. Así que en cierta manera me sorprende, pero por otra parte, no tanto”, matiza el murciano, quien menciona al número uno, Jannik Sinner, y al propio Nole como principales candidatos al título. Nadie sabe por dónde puede salir el de Belgrado, capaz de todo. También de lo más inverosímil.

A excepción de Alcaraz, ningún rival fue capaz de frenarle a partir de 2017. Así que nada más ser operado, Djokovic descolgó el teléfono y recabó información. Consultó a deportistas como Stan Wawrinka, Zlatan Ibrahimovic o Lindsay Vonn y puso la directa en el día a día. “Tenía muchas dudas sobre si podría llegar aquí o no, pero obtuve mucha fe y mucho optimismo porque si se hace la rehabilitación de manera correcta, y siempre y cuando la rodilla responda, había posibilidades”, afirma. Así que a lo largo de la última semana fue elevando el nivel y ganando consistencia en los entrenamientos.

Sin contenerse

“Puse a prueba la rodilla casi al máximo, con cambios de direcciones”, precisa el campeón de 24 grandes. “Y hasta ahora ha respondido muy bien. Por eso he decidido estar aquí. Todavía tengo un par de días más [debutará el martes, contra el 123º del mundo, Vit Kopriva] y confío en que todo vaya bien; luego, una vez haya comenzado el torneo, dispondré de más sensaciones sobre cómo reacciona, pero hasta hoy todo ha sido muy positivo y mi estado físico, en general, es realmente bueno”, prolonga el serbio, incapaz de resistirse a una doble tentación, demasiado irresistible la fórmula: el sueño eterno de Wimbledon y la libido de la competición, fuerza tractora de la majestuosa obra.

“Mi mujer también me lo planteó, y es normal; tienes 37 años y tal vez quieras adoptar menos riesgos para llegar a los Juegos Olímpicos [a partir del 26 de julio]… Pero tengo el sentimiento de no perderme ningún Grand Slam mientras pueda jugar, mientras continúe jugando y esté a este nivel”, se sincera. “No diría que es miedo a perderse algo, sino un increíble deseo de jugar y competir. Sobre todo aquí. Siempre soñé con jugar los grandes torneos, pero particularmente Wimbledon; quizá no haya una explicación racional o lógica, pero es así. El simple pensamiento de poder perdérmelo ya no era correcto”.

Vuelan las fechas y aumenta el vuelo de los jóvenes. No ha incorporado ningún trofeo a su vitrina esta temporada. El físico se resiente. Y, aun así, Djokovic cree. “Es la primera vez en mi vida que he sufrido una lesión de rodilla así, pero creo que verdaderamente estoy en condiciones de competir al mejor de cinco sets y contra los mejores del mundo en hierba. No he venido aquí para pasar unas cuantas rondas y demostrarme que puedo jugar, sino que realmente quiero el título. He invertido una gran cantidad de horas en la recuperación y no he tenido ningún contratiempo, así que, ¿por qué no intentarlo?”.

El cirujano que le operó en París, Antoine Gerometta, advertía en una entrevista concedida a L’Èquipe a mediados de mes que Djokovic no llegaría al cien por cien. Del mismo modo, elogiaba la excepcionalidad de un deportista que ha resistido como pocos a la erosión de las lesiones tras casi dos décadas en la élite. “¿Superhumano? En realidad, no. Lo es Taylor Fritz, que se recuperó en 21 días”, bromea. “Tal vez no sea lo ideal [regresar ya] a los ojos de los médicos, porque dicen que normalmente se deben hacer de tres a seis semanas; seis si no quieres arriesgar demasiado y darle tiempo a la rodilla. Pero es algo subjetivo, una cuestión individual. Todo el mundo tiene una respuesta diferente ante la recuperación”, recalca antes de concluir: “No me veo conteniéndome a la hora de moverme. No me veo calculando o siendo más cauteloso. Realmente, voy a por todas”.

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