Cataluña, una región históricamente diversa, está experimentando un notable declive demográfico y una transformación en su composición poblacional, según un informe reciente del Observatorio Demográfico CEU-CEFAS. Con una población que ha crecido de 1,65 millones en 1857 a 8 millones en 2024, de los cuales 2.4 millones son inmigrantes de primera o segunda generación, Cataluña se enfrenta a retos significativos en su estructura demográfica.

La inmigración ha desempeñado un papel crucial en el crecimiento de la población catalana. En Barcelona, la capital, el 53.4% de los hombres jóvenes nacieron en el extranjero, lo que subraya la creciente multiculturalidad de la región. Sin embargo, esta inmigración no ha sido suficiente para contrarrestar la baja tasa de natalidad de los españoles autóctonos. Desde 1976, los nacimientos de madres españolas han caído un 70%, y en los últimos 15 años, las defunciones de españoles nacidos en Cataluña han superado en 280.000 a los nacimientos de madres nacidas en España.

La fecundidad en Cataluña ha sido históricamente baja, y aunque durante las últimas cuatro décadas ha sido comparable con el resto de España, sigue sin alcanzar los niveles necesarios para mantener una población estable. Actualmente, en Cataluña mueren el doble de españoles de los que nacen. En contraste, el balance entre la población inmigrante es opuesto, con seis nacimientos por cada fallecimiento.

El informe destaca que la mayoría de los españoles residentes en Cataluña no tienen raíces familiares locales o las tienen mixtas, combinando orígenes catalanes y de otras partes de España. A pesar de las políticas de inmersión lingüística, la lengua mayoritaria sigue siendo el español. Además, los apellidos más comunes en toda España también lo son en Cataluña, y viceversa, lo que refleja una integración cultural significativa.

El impacto de la inmigración se observa claramente en la composición de la población joven. La mitad de los bebés nacidos en Cataluña tienen al menos un progenitor extranjero. En la provincia de Girona, este porcentaje supera ampliamente el 50%. Muchos de estos nuevos catalanes son hijos de padres hispanoamericanos, africanos o asiáticos, con una notable presencia de musulmanes, especialmente en las provincias menos pobladas como Girona, Lleida y Tarragona.

Cataluña, que alguna vez fue un imán para los españoles de otras regiones debido a su pujanza económica, ahora enfrenta un saldo migratorio negativo de españoles, incluidos los catalanes autóctonos. Esta tendencia de emigración se ve exacerbada por las políticas de inmersión lingüística que, según algunos expertos, podrían estar desalentando la llegada de talento internacional con hijos.

El futuro demográfico de Cataluña pinta un escenario de población española menguante y envejecida. Las proyecciones indican que la región continuará registrando más defunciones que nacimientos, lo que resultará en una disminución constante de la población autóctona. Además, cada vez más catalanes viven solos, una tendencia que refleja cambios en las estructuras familiares y sociales.

La multiculturalidad en Cataluña sigue aumentando. En localidades como Vic, Manresa, Martorell, Salt, Figueres, Ripoll, Palafrugell, Mollerussa, Tárrega, Reus y Tortosa, la población de origen inmigrante, especialmente musulmana, supera en muchos casos el 25% o el 30% del total de nacimientos.

Desde finales del siglo XIX y hasta la década de 1970, Cataluña fue la región española con menor tasa de fecundidad, lo que aumentó su necesidad de mano de obra de otras partes de España. Hoy, tiene más inmigración extranjera que la media nacional, especialmente de África y Asia, con un alto número de practicantes de la religión islámica. Las tasas de nupcialidad y natalidad fuera del matrimonio, así como las tasas de aborto y divorcio, son más altas que en el resto de España.

El informe del CEU-CEFAS subraya que el panorama demográfico de Cataluña es un reflejo de las tendencias españolas generales, pero con particularidades propias. La región enfrenta un envejecimiento acelerado de su población y una disminución de la población joven. La inmigración ha transformado su demografía, pero no ha podido revertir la tendencia de declive de la población autóctona. Cataluña se encuentra en un punto de inflexión demográfico. La combinación de baja natalidad, alta inmigración y envejecimiento plantea desafíos significativos para el futuro de la región. Este fenómeno plantea preguntas sobre la identidad cultural, la integración social y las políticas públicas necesarias.

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