El portero más asombroso de las tandas de penaltis de la historia de la Eurocopa nunca avisó de que pudiera llegar a serlo. Antes de hacer lo impensado, antes de detener tres lanzamientos en una tanda de desempate en una Eurocopa, como nadie había hecho antes, y así enjugar las aparatosas lágrimas de Cristiano Ronaldo dándole cuatro días más en la élite, hasta los cuartos de final del viernes contra Francia; antes de todo eso, Diogo Costa se había visto en alguna otra ronda de penaltis, y no había dejado huella. La última, hace solo tres meses y medio en el Emirates Stadium.


Diogo Costa, Rúben Dias, Pepe (Rúben Neves, min. 116), João Cancelo (Nélson Semedo, min. 116), Nuno Mendes, Bernardo Silva, João Palhinha, Rafael Leão (Francisco Conceição, min. 75), Vitinha (Diogo Jota, min. 64), Bruno Fernandes y Cristiano Ronaldo


Jan Oblak, Jaka Bijol, Vanja Drkusic, Jure Balkovec, Zan Karnicnik, Timi Max Elsnik (Josip Ilicic, min. 105), Petar Stojanovic (Benjamin Verbic, min. 85), Jan Mlakar (Jon Gorenc Stankovic, min. 73), Adam Gnezda Cerin, Benjamin Sesko y Andraz Sporar (Zan Celar, min. 74)

Penaltis:
1-0. Cristiano.
Falla Josip Ilicic.
2-0. Bruno Fernandes.
Falla Jure Balkovec.
Falla Verbic.
3-0. Bernardo Silva.

Arbitro Daniele Orsato

Tarjetas amarillas
Vanja Drkusic (min. 31), Zan Karnicnik (min. 36), Gorenc-Stankovic (min. 100), Jaka Bijol (min. 105), Jure Balkovec (min. 106), Cancelo (min. 106), Martínez (min. 110)

Tarjetas rojas
Kek (min. 105)

En la vuelta de los octavos de la Champions, el Arsenal remontó el 1-0 de la ida en Oporto y Diogo Costa vio cómo iban pasando por el punto de los once metros Martin Odegaard, Kai Havertz, Bukayo Saka y Declan Rice. No alcanzó ninguno de sus lanzamientos, mientras que David Raya detuvo dos y permitió el pase a cuartos del equipo inglés. Cuando Costa llegó a la concentración de Portugal en Harsewinkel aquella tanda aún flotaba en el ambiente, como recordó su seleccionador, Roberto Martínez, después de su noche alucinante: “Hablamos de eso, de la experiencia contra el Arsenal. Sus experiencias y su nivel de madurez le han servido para ayudarnos”, explicó. “Diogo se ayudó de su corazón, de su sentimiento, y creció mucho. Es un gran portero, el gran secreto del fútbol portugués, que hoy apareció”.

Para consolar a Cristiano. Y después de hacerlo, Costa, que nació hace 24 años en la localidad suiza de Rothrist, adonde habían emigrado sus padres portugueses, también lloró en la primera ronda de entrevistas televisivas. Aunque lo suyo fue de alegría y alivio. Había tenido al menos otra tanda con Portugal, ocho años antes, en la final del Europeo sub 17 contra España. Entonces tampoco detuvo ningún penalti, aunque su selección levantó el título después de que Manu Morlanes enviara el suyo al poste. La hazaña de Fráncfort tampoco parecía tener una interpretación demasiado racional para él: “Estudiamos siempre, pero no me fijé mucho en los análisis. Fue instinto. No consigo explicarlo, los porteros tenemos que tener eso, y gracias a Dios funcionó”, dijo el portero formado en la cantera del Oporto desde los 11 años.

Después de sus primeras apariciones televisivas aún sobre el césped, Costa apareció en la sala de prensa del Frankfurt Arena con el trofeo que le reconocía como mejor jugador del partido. Lo apoyó sobre la mesa a su derecha y contempló sonriente al público. Era una sonrisa plácida, como de descanso satisfecho después de haber completado la obra de una vida. Como si no tuviera que ir a ninguna parte. Ahí no solo habló de los tres penaltis que detuvo en la tanda, sino del instante que permitió a Portugal llegar al desempate. En la segunda parte de la prórroga, Sesko se escapó de Pepe y volaba hacia él: “Son partidos más difíciles, porque pasamos mucho tiempo sin tocar el balón, así que me concentré en aprovechar cualquier oportunidad que surgiera. Puse toda mi energía en eso. Pensé: ‘La tengo que parar’. Hice lo que pude… Intenté leer su cuerpo para ver adónde iba a tirar, y gracias a Dios pude pararla”. Alargó el pie izquierdo, como el Dibu Martínez cuando le encaró Kolo Muani en la final del Mundial de Qatar, y como entonces, envió el desenlace al punto de los once metros. “Tal vez es el partido de mi vida, en el que más he podido ayudar al equipo”.

Pero ni siquiera entonces, ya sentado, pudo aportar más explicaciones sobre cómo había hecho lo que nadie antes: “Me concentré todo lo que pude, cogí aire y seguí mi instinto”, dijo. “Pero lo más importante es el trabajo. Me mato trabajando y confío mucho en mí”.

También estaba contento por haber aliviado a Cristiano Ronaldo, que en la primera parte de la prórroga desperdició un penalti que podría haber decantado la eliminatoria: “Teníamos que seguir creyendo. Todo el mundo, Cris, yo, todo el mundo comete errores, pero lo importante es lo que hacemos después. Hay que creer, y es lo que hicimos”, dijo. “Comprendo su frustración, porque dedica mucho tiempo a prepararse. Es un placer poder jugar con él”.

Y se levantó, todavía con la sonrisilla de después de un estallido de placer pleno. “¡El trofeo!”, le advirtieron cuando ya casi había alcanzado la puerta de salida. Regresó a por el premio del MVP que había olvidado sobre la mesa, tan inesperado como sus tres paradas, y desapareció, todavía flotando.

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