Dídac Blasco tenía solo un año y medio cuando una mañana, mientras la familia compraba el pan, probó un panellet, un dulce catalán del Día de Todos los Santos que contiene piñones. Treinta minutos más tarde, el niño estaba en un box de urgencias del Hospital de Sant Pau (Barcelona) rodeado por media docena de médicos atendiéndole del shock anafiláctico que acababa de sufrir a causa de una alergia, hasta entonces desconocida para la familia, a este fruto seco. “Fue el susto de nuestras vidas. Algo que nunca piensas que te va a pasar y que no olvidas jamás”, recuerdan sus padres, Eva y Albert.

Dídac tiene hoy nueve años, acaba de terminar tercero de Primaria y disfruta de un verano repleto de campamentos y actividades de verano. Como desde aquel otoño, todo su entorno familiar, educativo y social —y también él mismo, a medida que va creciendo— sabe que cerca de él debe haber siempre una inyección de adrenalina para usar, a modo de salvavidas, en el caso de que sufra otra reacción alérgica grave. “Con todo lo malo, hemos tenido suerte en una cosa. Los piñones son tan caros que es relativamente fácil saber dónde está el peligro: la coca de Sant Joan, la salsa pesto… Y pocas cosas más. Nadie los utiliza en otros alimentos, así que no hemos tenido ningún susto más”, ironiza Eva.

Victoria Cardona Dahl es presidenta del Comité de la Anafilaxia de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) y jefa de servicio de la especialidad en el Hospital Vall d’Hebron (Barcelona). “Estas reacciones suponen un serio riesgo vital para el paciente que requiere asistencia urgente. Las tres causas más habituales son medicamentos, alimentos y picaduras de insectos, como abejas y avispas. Algunos son más prevenibles que otros, por eso en el caso de los dos últimos casos es importante tener siempre a mano las inyecciones y que el propio paciente, o su entorno si es un niño, sepa cómo actuar llegado el caso”, explica.

Aunque estos autoinyectores —que deben pincharse en la cara exterior del muslo— salvan cada año muchas vidas, esta especialista admite que en algunos casos surgen problemas. “Las agujas dan miedo a algunas personas y esto, junto a los nervios del momento, puede dificultar o retrasar la administración de la adrenalina. Esta es la razón por la que consideramos que la nueva presentación de la adrenalina por vía nasal que se acaba de anunciarse será un gran avance. Los estudios han demostrado que es igualmente eficaz en caso de que la persona esté resfriada o sufra otra infección respiratoria”.

La Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha dado luz verde a esta nueva forma de administrar el medicamento, llamada Eurneffy y desarrollada por la compañía estadounidense Ars Pharmaceuticals. “La alergia es el trastorno crónico más extendido en Europa, con 150 millones de europeos afectados en 2015. Alrededor del 20% de las personas que padecen enfermedades alérgicas graves viven cada día con el temor de sufrir un episodio anafiláctico o un shock […]. La anafilaxia es la forma más grave de reacción alérgica que puede ocurrir a los pocos minutos de la exposición a un alérgeno. El retraso en el diagnóstico clínico y el tratamiento puede provocar una obstrucción de las vías respiratorias o un colapso cardiovascular, que puede resultar mortal”, destaca el organismo regulador en la nota publicada.

El texto pone en valor el avance que supone la nueva presentación: “Si bien se ha demostrado que los autoinyectores de epinefrina, también conocidos como de adrenalina, son muy eficaces cuando se utilizan correctamente, algunos pacientes y cuidadores retrasan o no administran el tratamiento en una situación de emergencia debido al miedo a la aguja, la falta de portabilidad o el miedo a las personas sin formación médica para aplicar una inyección, entre otros. El spray nasal de adrenalina se absorbe rápidamente por la mucosa nasal y se distribuye por todo el cuerpo”.

Albert Blasco explica cómo la familia se organiza con las inyecciones. “Siempre tenemos al menos dos. Una en casa y otra en el colegio. Cuando Dídac va de campamentos, damos otra a los monitores y les explicamos cómo usarla. Para practicar, usamos una caducada con una naranja, porque hay que hacerlo con un poco de fuerza”. Cada jeringa cuesta entre 40 y 50 euros, de los que la familia asume el copago que le corresponda según renta (del 40% al 60%). “Acaba siendo un gasto, porque caducan muy rápido y cada año hay que ir comprando nuevas”, añade Albert.

Este coste ha sido una de las quejas históricas de los pacientes. “Desde la SEAIC hemos pedido que se considere este tipo de fármacos como indispensables y tenga la financiación completa, lo que llamamos como un punto negro. En el fondo, es como una medicación de un paciente crónico, pero no lo hemos conseguido”, lamenta Cardona Dahl.

Un proceso de meses para su comercialización

Tras el visto bueno dado por la EMA, la Comisión Europea dará en aproximadamente dos meses la autorización para la comercialización del fármaco en la UE, momento a partir del cual ARS Pharmaceuticals iniciará las negociaciones para acordar el precio y las condiciones de la financiación pública del Eurneffy en España y demás países. Todo el proceso aún se puede prolongar varios meses o hasta un año. “Confiamos en que el precio pedido por la farmacéutica no sea muy elevado y pueda tener un despliegue rápido en el mercado”, añade esta especialista.

Avances como la nueva adrenalina administrable por vía nasal en reacciones alérgicas graves entran dentro de un objetivo que la industria farmacéutica ha situado desde hace décadas en el centro de sus investigaciones: la “innovación incremental”. “Con ello nos referimos a las mejoras conseguidas en medicamentos que, conteniendo principios activos ya autorizados, aportan ventajas que pueden ser importantes desde el punto de vista clínico”, explica Arantxa Sancho, directora del Departamento de Asuntos Médicos-Científicos de Farmaindustria.

Muchos logros de la innovación incremental se han conseguido “a partir de necesidades no satisfechas que manifiestan los propios pacientes, sus familiares o los profesionales sanitarios”, explica Sancho. “Hablamos de terapias difíciles de administrar como los inyectables o tratamientos complicados de seguir para determinados colectivos, debido a su complejidad o la interferencia que supone en su vida diaria”, añade. Un ejemplo histórico son las terapias complicadas de administrar, como las formadas por varias pastillas de principios distintos activos que deben tomarse con frecuencias no siempre iguales. “La vida de los pacientes con VIH fue mucho más fácil cuando salieron al mercado las primeras pastillas de toma única. No solo fue más cómoda a partir de entonces, sino que con ellas también mejoró la adherencia a los tratamientos y, por tanto, su salud salió muy beneficiada”, añade esta experta.

El Eurneffy saldrá al mercado como un pequeño dispositivo con una forma parecida a una Y invertida cuya parte superior, en realidad un tubo, se introduce en la fosa nasal. Una vez dentro, el paciente —o quien lo haga en su lugar—, debe apretar un mecanismo con el dedo pulgar para que la adrenalina impregne la mucosa y sea absorbido por el organismo. En realidad, Dídac aún no podría utilizar el nuevo fármaco porque, aunque por poco, no llega a los 30 kilos que deben pesar como mínimo los pacientes para los que está indicado, según la primera ficha técnica aprobada por la EMA (esta será previsiblemente una característica que se irá ampliando en el futuro). “Está como un palillo…. Confiamos en que para cuando el medicamento llegue a las farmacias ya habrá pegado otro estirón y ganado algo de envergadura. O le haremos comer unos cuantos platos de macarrones de más antes de que se vaya de campamentos”, bromean sus padres.

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