Las últimas tendencias climáticas extremas provocaron una congelación profunda en partes de Asia y el hemisferio norte, mientras que la agencia meteorológica del Reino Unido pronosticó que los niveles de dióxido de carbono continuarían aumentando en 2023 y contribuirían aún más al cambio climático.
La congelación en las áreas del noreste de China hizo que la ciudad de Mohe, conocida como el polo norte de China, experimentara temperaturas de menos 53 °C la semana pasada, superando el récord de menos 52,3 °C alcanzado en 1969. Las temperaturas en Beijing cayeron a menos 16 °C a mitad de semana.
En Japón, Maniwa en la prefectura de Okayama tuvo un récord de 93 cm de nieve en 24 horas y la península de Corea quedó paralizada en partes cuando el transporte se detuvo después de fuertes caídas.
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En Afganistán, se informó que más de 160 personas murieron en la última quincena cuando las temperaturas cayeron a menos 28 ° C, muy por debajo del promedio para la época del año, en un país que lucha para hacer frente a tales extremos.
En Siberia, el pueblo de Tongulakh, cerca de Yakutsk, alcanzó una temperatura mínima de -62,7 °C el 18 de enero, la temperatura más baja registrada en Rusia desde 2002.
Hubo pronósticos de que el patrón de clima frío cambiaría a América del Norte en los próximos días.
La congelación del Ártico se produce como resultado del vórtice polar, ya que la corriente en chorro que rodea la Tierra se desplaza más hacia el sur. Los científicos creen que, a medida que el planeta se calienta, se producirán patrones de corrientes en chorro más inusuales.
El frío extremo contrasta con el intenso calor del verano y el otoño de 2022, cuando las temperaturas estuvieron 2 °C por encima del promedio en partes de Siberia y partes de Asia central y China sufrieron cortes de energía, cierres de fábricas, incendios forestales y una sequía prolongada.
Si bien los científicos desconfían de atribuir las condiciones a corto plazo a la tendencia climática a largo plazo, el cambio climático desde la época preindustrial ha llevado a un aumento en la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos.
El pronóstico de la Oficina Meteorológica del Reino Unido esta semana de un aumento en las concentraciones atmosféricas de CO₂ se vio atenuado por el efecto de enfriamiento temporal del fenómeno de La Niña.
Este patrón involucra la circulación de aire y agua a través del Océano Pacífico, y las condiciones resultantes alientan a los bosques tropicales y otra vegetación a absorber más dióxido de carbono de lo normal.
Se espera que la concentración promedio de CO₂ este año supere las 420,2 partes por millón, dijo el Met en su último informe, o 1,97 ppm más que el año pasado.
El nivel varía estacionalmente y superó las 420 ppm diariamente en ocasiones en 2021 y 2022. En 2023, se espera que el ciclo estacional de emisiones alcance un valor máximo mensual de 423,3 ppm.
Richard Betts, quien lidera el equipo detrás del pronóstico de CO₂, dijo que el pronóstico de una acumulación más lenta “no se debe a que la humanidad esté emitiendo menos carbono. En cambio, estamos recibiendo una ‘mano amiga’ gratuita de la naturaleza, pero solo por ahora”.
“Una vez que los patrones climáticos de La Niña hayan cesado, más de nuestras emisiones permanecerán en la atmósfera. No podemos confiar en que la naturaleza haga nuestro trabajo por nosotros”, agregó.
“Para cada mes de 2023, el CO₂ atmosférico estará en niveles más de un 50 por ciento más altos que cuando la humanidad comenzó a quemar combustibles fósiles a gran escala en la revolución industrial a fines del siglo XVIII”, concluyó la agencia en su informe.
Las temperaturas globales ya han aumentado al menos 1,1 °C, y las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse casi a la mitad para limitar el aumento a 1,5 °C para 2030 a fin de alcanzar el objetivo climático ideal de París y evitar más desastres.
Esto requeriría una “disminución determinada año tras año en la tasa de aumento del CO₂ atmosférico, comenzando de inmediato y llegando a cero en la década de 2030”, señaló el Met.
En cambio, una vez que el patrón actual de La Niña disminuya, “se perderá la capacidad de la tierra para extraer dióxido de carbono, lo que permitirá que el CO₂ en la atmósfera crezca más rápido”, advirtió Betts.
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